Cómo mejorar la relación empresa-consumidor a través de la estrategia de activación de clientes

Cómo mejorar la relación empresa-consumidor a través de la estrategia de activación de clientes

La activación de clientes es una estrategia a la que pueden optar las empresas para fortalecer su vínculo con el cliente. En rasgos generales, consiste en impulsar una toma de decisiones más ágil en cada etapa de su recorrido. Esto genera beneficios clave, como la reducción de costes de adquisición y el aumento del retorno de inversión, además de incrementar el valor de los clientes a lo largo de su ciclo de vida. El interés por esta acción aumenta, y así surgen empresas como Dékuple, especializada en campañas para mejorar la relación entre el consumidor y la empresa.

El enfoque de la estrategia de activación de clientes se basa en aprovechar al máximo los datos disponibles en sistemas informáticos y plataformas de comercio electrónico. Con esta información, se pueden personalizar las interacciones de manera precisa en todos los canales que los clientes utilizan para interactuar con la marca. Una vez realizado este análisis, se pueden diseñar escenarios flexibles y adaptables en tiempo real, optimizando los momentos para influir, reforzar mensajes, o incluso decidir no intervenir

1- Buscar el modelo perfecto

Para reactivar y fidelizar a los clientes, es esencial ofrecerles un valor tangible que complemente su relación con la marca. Si bien muchos consumidores están dispuestos a pagar más por servicios excepcionales, mantener este nivel de calidad durante todo el ciclo de vida del cliente puede ser un desafío. El punto de partida es entender quiénes son los clientes. La creación de clientes ideales ficticios es una herramienta poderosa para identificar y segmentar a los clientes según sus características únicas. Para una estrategia eficaz, se recomienda crear tres tipos de perfiles: clientes actuales, antiguos y potenciales.

2- Entender su comportamiento en la red

El análisis del comportamiento digital permite conocer mejor a los clientes y anticipar sus necesidades. Esto incluye rastrear sus hábitos de navegación, actividades en redes sociales y reacciones a contenidos y campañas.

Al comprender estas dinámicas, se puede identificar el próximo paso en su ciclo de vida y evitar así el envío de información irrelevante, que podría tener efectos negativos como la pérdida de interés. De esta manera, los mensajes llegan en el momento y el canal adecuados.

3- Dibujo del recorrido

Este proceso implica identificar los puntos de contacto clave y los posibles obstáculos que enfrentan los clientes en su relación con la marca. Un mapa detallado del recorrido debe incluir un objetivo claro, que es la activación de clientes, identificar los desafíos principales y trazar un camino multicanal hacia la solución

4- Determinar la etapa y velocidad

Entender en qué etapa del ciclo de vida se encuentran los clientes es crucial para diseñar estrategias que los impulsan a avanzar. Algunas etapas clave incluyen clientes muy activos, los que realizan una sola compra, clientes esporádicos que tardan en volver o aquellos que muestran interés pero no llegan a concretar compras. También es importante identificar dónde los clientes pasan demasiado tiempo y ayudarlos a avanzar de manera más eficiente.

Aumentar la velocidad con la que los clientes progresan en su recorrido es fundamental para fomentar su lealtad y convertirlos en defensores de la marca. En esta etapa final, los clientes se convierten en promotores activos que recomiendan la marca a sus familiares y amigos, lo que facilita la adquisición de nuevos clientes con menor esfuerzo.

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