Una nueva aplicación de doblaje automático permite, de forma sencilla, traducir a otra lengua la voz de cualquier persona, manteniendo su tono. Y así aparecen Torrente, el Fary, Eugenio, Chiquito de la Calzada o Belén Esteban hablando en perfecto inglés de Oxford.
Se trata de una herramienta que ha sido mejorada con los últimos avances en inteligencia artificial, aunque se lleva usando desde hace años en la industria del cine. Ahora está al alcance de cualquiera, hasta el punto de que la aplicación ha llegado a colapsar estos días, ante la avalancha de usuarios que han querido utilizarla.
Es una tecnología que avanza a paso de gigante, para sorpresa hasta de los expertos. «Cuanto más casos uno le agregue sobre la base de datos del ordenador, más precisa será la imitación que pueda llegar a hacer. Al final, a largo plazo, se llegará a un grado de perfección prácticamente imperceptible», asegura al Telediario de TVE Víctor Deutsch, profesor de ciberseguridad en el Immune Technology Institute.
La siguiente reacción es la de preocupación. ¿Hay límites? Los especialistas primero nos ponen tarea a los ciudadanos: hay que frenar y cuestionarse todo lo que estamos viendo. Sin embargo, también es necesaria la ayuda de la técnica. «Si lo estoy mirando y lo estoy escuchando, realmente no lo puedo distinguir como ser humano, y por eso necesitamos otro tipo de soluciones. Bien técnicas, a través de marcas de agua, o bien a través de certificaciones», declara Nuria Oliver, experta en inteligencia artificial de la Fundación Ellis.
Empresas como Google ya han puesto a funcionar marcas de agua para distinguir el contenido real. Y la Unión Europea ya trabaja en regular la inteligencia artificial, con un marco legal que obligue a distinguir estos contenidos.